lunes, 12 de enero de 2009

Una plegaria judía por los niños de Gaza

Si alguna vez hubo un tiempo para decir una plegaria, este es el tiempo.

Si alguna vez hubo un lugar por completo abandonado, ese lugar es Gaza.

Señor que eres el creador de todas las criaturas, oye nuestra plegaria en este día maldito.

Señor, a quién llamamos bendito, vuelve tu cara a ellos, los niños de Gaza; que sepan de tus bendiciones y del refugio que les das; que conozcan tu luz y tu calidez allí adonde hoy hay sólo oscuridad y humo y adonde el frío corta la piel.

Todopoderoso que haces excepciones a las que llamamos milagros, haz una excepción con los niños de Gaza. Protéjelos de nosotros y de los suyos. Cúralos. Manténlos bajo tu seguridad. Líbralos del hambre y del horror y de la furia y de la pena.

Restáuralos a sus infancias robadas, a sus nacimientos, que son un sabor a cielo.

No nos dejes olvidar, Señor, a tu hijo Ismael, quién es el padre de todos los niños de Gaza.

Recuérdanos como tu hijo Ismael estaba sin agua y abandonado para morir en el desierto de Beer Sheba, tan carente de toda esperanza que su propia madre no pudo soportar ver cómo se le iba yendo la vida.

Sé ese Señor, el que oyó el llanto de Ismael y envió a Su ángel a confortar a su madre Hagar.

Sé ese mismo Señor que acompañó a Ismael en ese día y en todos los días que siguieron.

Sé ese Señor que abrió los ojos de Hagar y le enseñó el pozo de agua que ella le a beber dió a su hijo salvándole la vida.

Alá, cuyo nombre nosotros pronunciamos Elohim; el que da la vida, el que sabe del valor y de la fragilidad de cada vida, por favor envía tus ángeles a esos niños.

Salva a esos niños de Gaza. Gaza la más hermosa, Gaza la más maldecida.

En este día, en el que la trepidación y la ira y el duelo llamados guerra, cura nuestros corazones y restaura sus cicatrices.

Bendice a esos niños y protégelos de todo daño.
Vuelve tu cara a ellos, Señor y muéstrales, como si fuera la primera vez, la luz y la bondad.

Míralos, Señor, y deja que vean Tu rostro.

Y, cómo si fuera por primera vez, garantízales paz.


Rabino Levi Weiman-Kelman de Kol HaNeshama, Jerusalem.

Los judíos somos diferentes.

Ennumero.
Tenemos apellidos "diferentes".
Tenemos narices "diferentes"
Tenemos costrumbres "diferentes"
Y etc.
Pero no somos los judíos los que nos definimos como "diferentes".
Hemos sido diferenciados desde tiempos inmemoriales.
Y todavía no sabemos porqué.
Lo dice Shakespeare a través del judío Shylock:
"¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?"

Quizá sea porque nos hemos emperrado en seguir siendo judios a pesar de todo.
Quizá porque desde el final del Reino de Israel, y a diferencia del cristianismo y del islám, e incluso del nazismo,que desean un mundo completamente cristiano o musulmán o nazi, nos hemos negado a evangelizar a los demás. Se nos ha enseñado a querer un mundo justo, no un mundo judío.
El más grave error que cometió Israel fué el de pretender un mundito propio que fuera, a la vez, judío y justo, cuando ambos términos son incompatibles entre sí.
Desde mi judaismo elijo un mundo y un Israel justos, que incluyan u no diferencien ni a los judios ni a nadie, y no un mundo y un Israel judios y segregadores.
Esa es mi "diferencia" con quienes pretenden un Israel judío, asumiendo con ello una ideología racista, que no es diferente de la ideología evangelizadora en cuyo nombre se han cometido innumerables matanzas, incluyendo la actual en Gaza.