domingo, 9 de noviembre de 2008

Como preparar una idische mame

Primero, hace falta una olla bien grande, como esa que le prestó a la vilde jaie de la vecina y que se la devolvió toda abollada y se hizo la distraída, ¿se acuerda?
Y bueno: a goie blaibt a goie.
¿Tiene una gallina, de esas bien gordas?
¡Bien!. Sáquele las plumas, las entrañas, los huesos y la carne.
¿Qué le queda? !Schmaltz! !Lo más sano que hay! ¡Excelente para el colesterol!
Pique 4 o 5 cebollas grandes, de esas medio chatas que son las que hacen llorar mejor y fríalas junto con la piel cortada en pedacitos, para ir creando la piedra filosofal: los gríbalaj.
Bueno, ya tiene la base.
Ahora comienza propiamente la preparación del plato.
Vaya a la baulera y busque los viejos álbumes de discos de 78.
Saque "In der Finster", cantado por Sarah Gorbi, baje el fuego a mínimo y póngalo en la olla.
Agregue, de a poco (para que la preparación no se enfríe, porque si se enfría, sufre) dos fotos suyas de cuando era bebé, en Miramar; un buen puñado de suspiros; dos cucharadas soperas de quejas (mejor que sean catorce las cucharadas) y medio litro de lágrimas.
Si su idische mame era rusa, una pizca de sal.
Si era polaca, medio kilo de azúcar.
Matze con manteca y réitaj, como el que le daban para la merienda; una ráfaga de eso olor a arenques y a pepinos y a wurst, que a uno le aromatizaba el alma cada vez que entraba a las famosas perfumerías Nemirowski, Brusilowsky, ó Szmedra; y un cuarto kilo de esa luz dorada que daban las velas durante el séder de Péisaj y que no sé porqué ahora las velas de porquería ya no dan más.
Bata en un bol algunas imágenes de sus bobes y zeides y tíos y tías, incluso algunas de los tíos y tías que usted no conoció personalmente, pero sí por las fotos que su mamá guardó durante toda la vida y que fueron lo único de esos tíos y tías que pudo salir de Polonia y de Lituania y de Ucrania.
Por un colador fino, vaya dejando caer hilitos de los mejores recuerdos.
Y no se preocupe por los malos: si es un colador lo suficientemente fino, no hay peligro.
Deje cocinar un rato, hasta que todo se haya unido muy bien y formado una masa homogénea.
Saque porciones, haga knéidalaj y hiérvalos en el caldo que habrá hecho, aparte, con la gallina.
Decore con un pedacito de cielo azul bien picadito; del mismo cielo que iluminaba y embellecía aquella mañana tan triste en Tablada.
Y sírvale un buen plato a sus hijos y vigile que se lo coman hasta el fondo, que tan mal no les va a hacer.

2 comentarios:

Eva Row dijo...

Ay Jorge Schussheim, qué golpe maestro. Colgo y moiro, (hago un chiste para que no me veas las làgrimas). Qué duro me resulta poner en palabras lo que me hiciste sentir. ¿Decime, tu mamá no te decía que sos un genio? Cuando dijiste "saque In der Finster por Sarah Gorbi"...por favor, qué genio sos!

Jorge Schussheim dijo...

Es un mish-mash que sale de mis vivencias, garrapateado de apuro para la presentación de un libro media hora antes, ya que me había olvidado que debía concurrir. Y a mi, que soy un corrector compulsivo, pocas veces me sucede escribir de corrido un texto definitivo. Debe ser (supongo) por la legitimidad y fuerza de los recuerdos. Tengo intacta la foto visual y auditiva de la Gorbi, acompañada al piano por Iascha Galperín, cantado esa extraordinaria canción dedicada a una mujer que es más hermosa en la oscuridad que a la luz del dia, en los séders de la casa de mis abuelos Schussheim a mediados de los 40...

Y aprovecho y te posteo la opinión de mi vieja!